Después de casi 20 años como empleada comprendí dos cosas: que no quería seguir dejando mi seguridad en manos de otras personas y la segunda y más importante, que no iba a vivir eternamente.
No quería seguir dedicando la mayor parte de mi día a hacer cosas que no me gustaban para pagar facturas. Así que me decidí a vivir en primera persona el proceso de darle la vuelta a mi forma de pensar y mis hábitos para “redecorar” mi vida profesional.
Dediqué mucha energía, unos cuantos años y bastantes euros a realizar todo tipo de formaciones, programas y trabajar con mentores.
Gracias a mi “adicción” a aprender y desarrollar nuevas habilidades y a la ayuda de personas que ya habían resuelto esos mismos problemas que me estaba encontrando (mis mentores), conseguí por fin conectar mis piezas: en lo que soy buena, lo que disfruto haciendo y las oportunidades a mi alcance.
Descubrí como ayudar a otras personas a identificar y usar sus fortalezas y me hice con una mochila que combina habilidades y herramientas de 3 mundos:
1) el desarrollo personal
2) la comunicación
3) la innovación y el emprendimiento
Con ellas transformé mi mentalidad y emprendí un nuevo camino profesional.
Un nuevo camino, dedicado a lo que más me gusta hacer, poner mi talento al servicio de que otras personas usen el suyo para algo bueno.
Si aún no tienes claro en qué eres buena, tranquila, a mí me costó darme cuenta de que como me encanta aprender, se me da bien enseñar a otras personas a aprender más fácil y más rápido.